ORIENTACIÓN y residuos

¿Cómo se orienta un coyote? Primero deja sus residuos. De esa manera establece señales en el terreno. Luego puede rastrearlos para saber dónde se encuentra, y qué recorrido seguir a partir de allí.

De la misma manera, me oriento con mis propios residuos. Hace tiempo que anoto mis pensamientos y conclusiones en libretas. Esas conclusiones son ideas fijas, terminales. Son registros. Y entonces, cuando me siento desorientado, vuelvo a mis libretas y husmeo mis desechos, mis desintoxicaciones, mis ideas apuntadas. Les sigo el rastro, y tengo más comprensión sobre mis propios "límites territoriales". Le sigo el rastro a mi propia historia/película.

Siguiendo las propias ideas, uno puede reorientarse. Una idea anotada es un límite, una conclusión. Y las mismas establecen límites, separaciones "territoriales", en el ámbito de la conciencia. Esos límites nos cuidan de lo desconocido, de aquello que es más amplio y abarcador que uno mismo y sus pensamientos.

En una estructura social repleta de IMÁGENES e IDEAS podemos llegar a desorientarnos, cuando perseguimos ideas que son de otros. Es decir, a veces uno puede estar cómodo con las ideas de otros... pero a veces no. Esos otros pueden ser la familia, el pasado, los amigos... también pueden ser ideas que han sido "grabadas" dentro de uno, a partir de ver mucha televisión, y uno se ha identificado con ellas. Hemos recibido tantas historias, que a veces uno no sabe si está viviendo su propia historia o la de otro.

Como si un coyote se pusiera a oler los desechos de otros coyotes, y los considerara propios... y siguiera esos rastros para orientarse. Acabaría siempre en territorio de otros coyotes, con la cola entre las patas... enredándose y desenredándose en tramas que no le son propias.

( La fotografía no es de mi autoría )





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YA ENCONTRÉ UN ENEMIGO //// capítulo 2

Segundo capítulo de la novela YA ENCONTRÉ UN ENEMIGO, iniciada en la entrada del 28 de noviembre de 2007 de este blog:
http://leo-fragmentos.blogspot.com/2007/11/ya-encontr-un-enemigo.html

En esta segunda entrega, sigo la pelea. Pero ya no lucho contra el "tiempo". La batalla contra el "tiempo" la perdí por K.O., en el último round, 6 segundos antes de acabar la pelea. La cuenta regresiva fue rapidísima. En sólo seis segundos, el árbitro contó de 10 a -1. Mientras DORMÍA sobre el suelo del cuadrilátero, pensaba para mis adentros: "El tiempo no existe, el tiempo no existe, el tiempo no existe...". Como no queriendo aceptar que la pelea estaba perdida...
De todas maneras, la experiencia de luchar contra el tiempo me resultó beneficiosa, ya que aprendí sobre su naturaleza particular. Descubrí la manera en que se mueve, segundo a segundo, en un universo tridimensional repleto de tareas, encuentros pautados con anterioridad, autobuses, fechas de entrega, y por supuesto, relojes.

Para mis adentros (secretamente), recurro a sentir que la pelea, en definitiva, la gané yo. Perder por K.O. con el tiempo me ha enseñado tanto, que íntimamente me siento victorioso. Cuando el juez levantó su brazo aquella vez, en señal de victoria absoluta, pensé "POR FIN SE ACABÓ LA PELEA". Perder esta pelea es ganar. Claro, ahora tengo un enemigo menos...

La calma duró poco TIEMPO. Un mes y medio, más o menos. Algo en mi interior, que se expresó como una mira telescópica de largo alcance, iluminó un nuevo enemigo. Más peligroso, más mortal, más astuto que el tiempo.
"Si gano esta pelea contra este nuevo enemigo..." (mientras pensaba ésto, el TIEMPO otra vez atravesándome con sus dos agujas) ... "si gano esta pelea contra este nuevo enemigo, la VICTORIA será TOTAL, PODEROSÍSIMA, y será tan GRANDIOSA, que de un sólo golpe habré podido con TODO y contra TODO, incluido el TIEMPO".

Y comenzó la pelea, AHORA. No puedo dejar de pelear. Algo adentro me dice que si dejo de pelear, dejaré de ser yo.  Así que por ahora voy a seguir.

Mi nuevo enemigo:

próximamente, en
YA ENCONTRÉ UN ENEMIGO //// capítulo 3